lunes, 8 de diciembre de 2008

La Salamanca


La Salamanca es el baile de los diablos. En ese aquelarre donde participa todo el Averno. Encontramos allí a los excluidos, las brujas, los asesinos, los malditos y también a quienes asisten para adquirir determinadas destrezas. El diablo mayor otorga el don de ser el mejor guitarrero, el mejor domador, suertudo con las guainas, ganador en los juegos de azar, buen cuchillero y mejor rastreador, a quien, pacto de sangre mediante, firme un TRATO con él. Este convenio consiste en adquirir las destreza deseada, a cambio del alma, la que será entregada cumplido el plazo que se estipula en el acto. Pero para ganar la confianza del Tío, es necesario vencer pruebas de valor antes de ingresar al recinto. Soportará el salamanquero el embate de horribles bestias, furiosas víboras, sonidos que hielan la sangre, visiones demoníacas, cruzará senderos de espinas y fuego, pero principalmente abjurará de Dios, escupiendo a la entrada un crucifijo. Cerrado el trato, sale al mundo a despertar la envidia de otros varones y la admiración de las mujeres.
En Santiago del Estero dicen que la Salamanca se halla en la profundidad de los montes. Que los solitarios sacheros suelen escuchar una música irresistible en la lejanía de la espesura. Quien tema las malas artes, o por principios religiosos reniegue de esas prácticas, evitará dejarse llevar por la tentación. En Catamarca, cuando alguien es sospechado de haber visitado la Cueva del Diablo (socavones en la montaña) observan al pasar éste si proyecta sombra, señal inequívoca que es prueba irrefutable. En Chile dicen que para llegar al lugar es necesario conocer la fórmula mágica que debe pronunciarse, la cual es transmitida por alguien que ya estuvo allí. En nuestro país, para llegar a La Salamanca, se requiera de la firme voluntad de hacerlo, armado de un coraje extraordinario para vencer todos los peligros figurados que deberá sortear para alcanzar tan preciadas habilidades.

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